De adolescente pensé alguna vez que de la mano del rock podía cambiarse el mundo.
Eran los ’70, claro.
Tampoco lo pensé mucho, unos pocos raptos de emoción, pero al menos... profundizar la movida y cambiar algo.
Mientras tanto, observaba a muchos rockeros tirarse de cabeza al glamour del sistema. Mucho “emocionalismo”, poca propuesta y menos; compromiso.
Finalmente, deshice esa idea “movimentista”. Me quedé con lo que me gustaba. Sólo a algunos rockeros separé de mi andar por su alevosía en apoyar lo peor del sistema -y a los peores personajes-. Y resigné lo bueno que tendría su música.
Hay mucha, mucha buena música igual.
Superé muchos prejuicios y forjé un gusto amplio.
En lo que respecta a sensibilidad, a posicionamientos, a compromiso; muchos rockeros han hecho historia, otros tantos caminaron un camino nada fácil.
Aquí Manu hace una crítica, muy de entrecasa, pero de una cruda síntesis:
“Miles y miles de bandas de rock buscan ganar dinero solo algunos perciben la claridad, a otros todo les chupa un huevo.“
Pero bueno, en aquellos años la teníamos a Joan,
y eso nos permitía respirar profundo…